El CHIKI CHIKI , la canción perfecta para eurovisión


A estas alturas toda España lo sabe, pero me veo obligado a anunciarlo ya que se trata de una noticia: El Chiki-Chiki, por Rodolfo Chikilicuatre, va a representar a España en Eurovision 2008, en Belgrado.
David Fernández, trasunto del Chikilicuatre, es un habitual colaborador de Andreu Buenafuente, verdadero cerebro de este torbellino. Ha sido El Gilipollas, Santi Clima, Zuloaga y un sinfín de personajes esporádicos más. También ha sido jurado en Por fin has Llegado, y en este 2007 se ha consolidado como humorista y cara conocida de la caja tonta.
La elección del Chiki-Chiki ha recibido muchas críticas, que voy a ir explicando, y por eso quiero reivindicar desde aquí las razones que me llevan a pensar que es la mejor decisión que hemos tomado desde la debacle provocada por aquellos que decidieron que Remedios Amaya cantaría ¿Quién maneja mi barca? en 1983.
1. La canción es hilarante a más no poder. Aún no conozco a nadie que no se haya partido de risa al ver el videoclip por primera vez. Las referencias a la actualidad y la política son curiosas y divertidas, aunque hayan tenido que cambiar “Zapatero” y “Rajoy” por “José Luis” y “Mariano”, dadas las normas explícitas del certamen que impiden mezclar la música con la política.
2. David Fernández, en la gala de preselección (de la que también hablaré luego), fue el único que no desafinó. ¿Por qué? Porque el Chiki-Chiki es, ante todo, falta de entonación y falta de sobreesfuerzo a la hora de cantar. Puede cantarla cualquier español de a pie, sin que tenga aptitudes para el canto. Ello hace al Chiki-Chiki más universal y accesible a todo el mundo. En Belgrado, la gente de otros países también se aprenderá la canción, sobretodo por la versatilidad de su ya mítico estribillo.
3. ¿Se han fijado en lo pegadiza que es la canción? En serio, piénsenlo. Si uno se predispone a ello, es muy difícil que el Chiki-Chiki se le quite a uno de la cabeza. Esto está propiciado por la forzadísima pero efectiva rima consonante al final de cada línea, la unicidad de las estrofas, y la repetición del estribillo, con coreografía incluida. Asimismo, la utilización de instrumentos sintéticos (cuasi-MIDI, me atrevería a decir), propicia ese grabado mental permanente, respecto a otros temas más comerciales pero menos simples a la hora de ser memorizados. Para demostrar esto, les sugiero que vean la versión gospel de la canción, que no tiene desperdicio alguno.
4. Porque es anti-sistema. TVE intentó por todos los medios que Chikilicuatre no se proclamara vencedor en favor de una tal Coral (una pseudo-Mónica Naranjo venida a menos) y unos frikis denominados La Casa Azul. Amañó el sistema de votos a última hora, permitió continuos abucheos unidireccionales, permitió que Raffaela Carrá pusiese en entredicho las posibilidades de la canción, y no supo “perder”. Qué gala más patética, por Dios. Basta con ver la reacción de José Luis Uribarri, comentarista de Eurovisión desde antes de que yo naciera. Llevar al Chiki-Chiki a Belgrado es reírse de la música comercial, que tan malos resultados nos han dado últimamente. Y sí, incluyo a los triunfitos.
5. Porque representa el triunfo y consolidación de Internet como medio influyente en las masas españolas, a la hora de tomar decisiones tan democráticas como podrían serlo en otro aspecto de la sociedad. El movimiento que el Chiki-Chiki ha despertado en los blogs, las webs, los foros, Twitter, Menéame ha sido el que ha alzado al juguete de Buenafuente a lo más alto. Primero con la votación preliminar y luego antes y durante la gala de Salvemos Eurovisión.
6. Porque es una parodia insuperable del tipo de música que arrastra a la gente a escuchar Los40 y/o Máxima FM hasta la saciedad. Si no fuera por las continuas referencias geográficas, políticas y sociales de la letra, podríamos imaginarnos perfectamente una canción así. Acuérdense de la mayonesa, la gasolina, King África (al que se le hace un guiño en el Chiki-Chiki con eso de bailar-bailar-bailar) que todo el mundo tarareó cómodamente.
7. Porque era el mejor en una gala patética, con candidatos risibles y algunos igualmente esperpénticos (como La Casa Azul o Lorena C), alejado de caras bonitas y canciones de cartón que parecen predifinidas en un programa de ordenador (Olé Olé de Arkaitz).
8. Porque da igual los puntos que se lleve en Eurovision. El Chiki-Chiki es una canción pensada para reírse del certamen y del circo que es desde hace ya tiempo. Me parece insultante que Anabel Conde, que quedó segunda en Irlanda en 1995, con un gran tema y una extraordinaria voz, para salir luego en el programa Identity como una completa desconocida. No somos los únicos que lo hacemos; en 2003 Alf Poier, de Austria, quedó sexto al iniciar una corriente surrealista y friki de Eurovision. Irlanda va a enviar un pavo-marioneta y he oído que dos o tres países más van a llevar canciones delirantes. Si quedamos los primeros, habremos demostrado que lo friki es más prioritario que la calidad musical; si quedamos últimos, habremos hecho el ridículo pero nos habremos hartado de reír. Nos habremos reído en la cara de los eurofans sea cual sea la posición de España.
9. Porque mucha gente, como yo, va a ser el primer año que vea Eurovision de principio a fin con interés. Reconozco que estos últimos años, con Son de Sol, Las Ketchup o Nash, deseaba que España quedara última para que nos retiráramos del concurso. Buenafuente ha conseguido que, ya que vamos, se despierte una ilusión abstracta que nada tiene que ver con lucirse musicalmente en Eurovision.
10. Porque representa el declive de un certamen pasado de moda, inútil en el aspecto discográfico y comercial, exclusivamente político y harto predecible (Bielorrusia le da los 12 puntos a Rusia; Chipre le da los 12 puntos a Grecia; Dinamarca los 12 a Suecia…).
¡Todos juntos! 1, El Brikindans. 2, El Crusaíto…

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